Dulces sueños

Se despertó sobresaltado y sudoroso. Un sueño angustioso en el que había escuchado nítidamente la voz de su amante pidiéndole auxilio, provocó su repentina vigilia. Pasados los segundos que se tardan en cruzar la frontera del mundo de los sueños, se quedó sentado en la cama, observando como la luz de la Luna llena se colaba a través de las rendijas de la persiana iluminando tenuemente la estancia. El silencio era tan evidente, que acercó el oído a la cara de su pareja para comprobar su respiración, como si temiese que algo terrible le hubiese sucedido. Estaba profundamente dormida… como su deseo por ella. A pesar de eso, de que la pasión por Ana se había agotado, Juan permaneció fiel a su compromiso. La plácida convivencia de más de veinte años de matrimonio, forjó una amistad y un cariño que le hizo inmune a cualquier ataque de enamoramiento que le proporcionaban sus continuas correrías extramatrimoniales.
El grito ahogado en el sueño de su última amante, le inquietó. Luisa, que así se llamaba, había entrado en su vida hacía tres años y la relación con ella fue diferente a todos sus anteriores devaneos desde un principio. Representaba todo aquello que le estaba prohibido, todo lo que le es vedado a una pareja convencional, que hace de sus relaciones extraconyugales, la válvula de escape por donde respira su estabilidad. Era una relación oscura, gótica, morbosa, indecente y pasional, muy pasional basada en el dominio de la mente y el imperio de la impostura. Luisa era el lado oscuro de Juan y él lo era de ella, pero no por ser oscuro dejaba de aportar claridad a los sentimientos de Juan. Él, un hombre maduro, de apariencia respetable y burguesa, sabía muy bien lo que quería y era a Luisa. Esa mujer que alertaba su conciencia y excitaba como nadie su cuerpo, aún sin verla, aún sin tocarla.
Por eso y por el despiadado desdén con que a veces lo trataba, dejó que se colara hasta el mismísimo corazón de su alma apoderándose de ella.
Por eso tampoco le extrañó que le pidiese ayuda a través de su sueño. Así, en plena madrugada, Juan decidió ir en su búsqueda, pero ¿dónde? No sabía dónde encontrarla. Salió a la calle. La ciudad dormía y, de repente, sintió a sus espaldas una extraña corriente de aire que lo empujaba. “Sigue al viento” recordó que una vez Luisa le dijo “El viento del norte te llevará hasta mí”. No se sorprendió que el viento soplase únicamente para él. Los árboles de un parque cercano permanecían inmóviles. Miró al cielo. Ni una nube. Silencio absoluto. Quietud total. Parecía que no solo la ciudad, sino el Universo entero estuviesen dormidos. Todos menos Juan y su deseo de encontrarse con Luisa.
El viento condujo a Juan hasta las afueras de la ciudad y, una vez hubo dejado atrás la última casa, el último vestigio de hormigón, la corriente de aire lo empujó hacia un camino secundario. Juan no conocía esa vía a pesar de haber vivido siempre en aquella ciudad. Pero ni se sorprendió, ni ello le hizo desistir de sus propósitos. Quería llegar cuanto antes junto a su amada. Anduvo más de dos horas por aquél camino que, cuanto más recorrido tenía, más ganaba en espesura, tanta, que Juan no encontraba casi aire para meter en sus pulmones aún teniéndolo todo para él. Llegó a un claro del bosque que la Luna llena, en todo lo alto de la bóveda celeste, se encargaba de iluminar. La corriente de aire paró de repente, señal inequívoca de que habían llegado a su destino. De entre unos matorrales apareció una figura que se llevó hacia ella toda la luz de aquél espacio del bosque. Era una mujer. Era Luisa. Su amante, su amada. La imagen, bañada por los rayos de luz de la Luna, le daba una luminosidad que le hacía parecer divina. Hermosa. Sobre su cuerpo una capa negra que le llegaba más abajo de sus pantorrillas.
“Acércate Juan, te necesito para no morir”, le dijo Luisa en un tono suave y calmado que no parecía albergar la gravedad que significaban aquellas palabras. Juan se acercó a su amante sin dejar de mirar a sus ojos y, antes de que Juan pronunciase palabra, Luisa continuó hablando. “Debo beber tu sangre”. Sin dudar él le ofreció el cuello. Luisa aún lo acercó más tirándole dulcemente de las manos. Abrió su capa. Lo arropó como a un niño y posó sus labios sobre la yugular del cuello de Juan. Tuvo un pequeño escalofrío al sentir el contraste de la frialdad de los labios de Luisa, con el calor de su piel, regada aún con su sangre, esa sangre que sería néctar de vida para su amada. Sintió el afilado aguijonazo, de los dientes clavándose en el cuello y notó como la sangre se escapaba a borbotones por los orificios que perforaban su yugular. Lejos de sentir dolor, experimentó un inmenso placer en aquél viaje a ninguna parte. Sabía que la vida se le estaba escapando… Se iba diluyendo en un éxtasis de sublimes delicias… No le importaba porque marchaba a una tierra de hechizos desconocidos…
Juan se despertó sobresaltado y sudoroso. El sol del mediodía que insultante golpeaba las paredes de la habitación, hizo que los ojos se le cerrasen en un guiño grotesco, intentando expulsar aquella súbita invasión de luz. Instintivamente alargó su mano hacia la derecha buscando el cuerpo de Ana para que lo calmase. Ahí estaba, dormía plácidamente a su lado…
¿Dormía?... El forense diagnosticó que Ana se desangró durante el sueño. Nadie pudo explicar cómo no dejó una gota de sangre en su pijama o en las sábanas. No existía razón científica para lo sucedido, como tampoco nadie advirtió dos pequeñísimos orificios en el cuello de Ana, justo en la piel que tapaba su yugular.
16 comentarios
Para cielodescubierto poniéndose \'ciega\' -
Para Kaleidoscopio \'tomándome\' -
cielodescubierto entre jamón serrano y con el colesterol al borde del colapso :P -
( Por cierto:... ¿qué mirada? ) :P
Besos, cabeza de jabalí ( por lo del embutido lo digo, ¿eh? :P )
Kaleidoscopio -
Para trAmA, cortar y pegar comentado -
Para Kaleidoscopio quitándose del placer -
Para cielodescubierto comiendo embutidos en la cama -
Para Polen, concentrada en lo importante -
A Eliza alabándome por partida doble -
Para mnkantavivir atrapada entre palabras -
trAmA -
Kaleidoscopio -
;.) besotesssss
cielodescubierto -
Aunque ahora que lo dices,... si vuelvo para el durmiente en blanco y negro,...uuuhhhmmmm... dulces sueños, sí ;)
( Y atendiendo a lo meramente literario... un muy buen escrito, sí señor... me gusta esa forma de escribir )
Polen -
Eliza -
mnkantavivir -
saludos...